CAPITULO XX


HORIZONTE


Sus ojos reflejaban los de un verdadero guerrero, un asesino a sangre fría, no movía ni un musculo mientras lo mire, era la misma persona pero al mismo tiempo era completamente distinto, empuñaba esa arma con tal seguridad, era tan poderosa que mato al lobo de un intento y él la usa con una sola mano no puedo dejar de pensar que es fantástico, ya no aguantaba más y hasta este momento lo que había logrado era casi duplicar su número.
El alivio recorrió mis mejillas y enseguida le di la espalda, no dejaría que viera simpatía de mi hacia él, pero si trabajamos juntos saldremos de esta mas rápido, creo que su arma trabaja a larga distancia como los arcos, en ese caso los objetivos en el aire son más fáciles que los del suelo, además en el aire no pueden esquivar, no importa que tan veloces se hagan.
Elegí uno por cercanía y lo impulse al aire, en medio de la caída el trueno volvió a sonar y el lobo se deshizo tal y como lo había hecho la mujer que los controlaba.
Al desaparecer ella estos perdieron el control y fueron dominados por la oscuridad de sus corazones.
En un principio no me preocupe, incluso me alegre ya que podría usar a Saya, desde el instante en que le dije mi nombre pude sentir nueva energía recorrer mi cuerpo y además sentía el aura del ambiente, una muestra de que poseía nuevamente la capacidad de manejar el aurum y moría de ganas de probarlo.
Junte mis manos y enseguida la energía se concentro en ellas, las separe cerrando los puños y un destello recorrió todo mi cuerpo, también sentí el acero de mi cadena y el peso de mi escudo, pero había algo extraño, me sentía distinta, en mi mente algo daba vueltas mas no sabía que era.
Los lobos se me abalanzaron todos juntos, supongo que me culparan por la muerte de su supuesta madre pero por mi está bien, no pudieron conmigo antes menos ahora que cuento con este poder nuevamente.
Disfrutaba tanto de la batalla que el resto del mundo no me importaba, lanzaba lobos por aquí y lobos por allá, todo era perfecto hasta que él se cruzo en mi momento, de rodillas con la boca abierta viéndome, me parece que le quite un lobo de encima, se veía tan débil, tan bobo…

-          Si vas a estorbar apártate – le dije molesta.

Rápidamente agarre otro lobo y el desapareció de mis pensamientos, volví a ser feliz.
La felicidad duro poco, ya me parecían demasiados lobos, y cada vez que los hería o se curaban o se multiplicaban, además cada vez parecían más rápidos.
Esa fue la segunda vez que escuche un trueno sin saber de dónde venía.
No sé si alegrarme ahora que sé que él es el culpable de salvarme dos veces la vida, sentir tristeza por aceptar su ayuda como un equipo o alivio porque no es un inútil, pero por los momentos seguiré aceptando su ayuda de todas formas ya llevamos diez en tan poco tiempo.
Era increíble como ningún lobo llegaba al suelo, pero otra vez él se encarga de destruir mis bellos pensamientos  porque justo en ese momento se escucho las cuatro patas moviendo las hojas pero yo tengo el penúltimo en la cadena y lo elevo.
Escucho una ráfaga de truenos uno tras otro mientras me las arreglo con el último el cual decido lanzarlo en otra dirección para ayudar al humano con el lobo que se le escapo, mientras que volteo escucho un último trueno y el lobo final también desaparece en el aire.
Ya no había enemigos pero aun así escucho hojas crujir, volteo para ver que era y veo al humano caer al suelo con su arma, seguro lo hirieron.
La sangre se me sube a la cabeza recordando las palabras de Isa…
Corro a su lado y veo su brazo negro y reseco con líneas naranjas cubriéndolo, eran como grietas que se extendían por todos lados, enseguida tomo el arma que dejo caer y me arde la mano, no podía creer a que temperatura debió estar para quemarme y no solo eso, mi mano se durmió, esa arma consume la energía de un modo espantoso.

-          ¿Eres un completo idiota como vas a usar un arma así, acaso quieres morir? – si tan solo el efecto le hubiera llegado al corazón moriría – ¡otra vez!

Con la poca agua que tengo no podría hacer nada, ya notaba algunas líneas en el cuello y él estaba delirando, poco a poco cerró los ojos y su mano perdió presión
Me altere mucho, no podía morir, no justo antes de poder salvar a Elissa.
¿De verdad sería tan inútil como para no aguantar esto?
¿Dejara todo y se rendirá como si nada?
¿No abrirá los ojos de nuevo?
La impotencia dominaba mi razón con su brazo negro en mis manos, podía sentir mis ojos aguarse de la rabia que tenía en ese mismo instante arrodillada junto a un humano que en cuestión de segundos hizo que lo creyera un compañero, algo que solo había pasado con Elissa y ahora morirá como si nada.
Ya la primera lágrima rodo por mi mejilla, más rabia aun sentí, me dolía el pecho, ese sentimiento no podía soportarlo, mis manos apretaron su brazo con tanta fuerza que creí lastimarlo y lo solté.
Su mano cayó al suelo desnudo y las mías reposaron en mis rodillas, sentía como se aferraban a ellas ¿Cómo podía sentir dolor por que muriera tal cosa, como podía doler tanto?
Una gota cayó en mi mano y mis ojos por instinto la siguió hasta el suelo gris.
El suelo se había cristalizado y vuelto de un gris brillante, se extendía de una forma extraña y el centro de esa forma estaba justo en el punto donde la mano de él reposaba, me seque los ojos y examine de nuevo el brazo su color había vuelto en los hombros y ya no tenía las líneas extrañas en el cuello.
Estaba curándose poco a poco solo con tocar la tierra, Isa me lo dijo pero perdí la cabeza y el casi muere por mi descuido, si tan solo no lo hubiese soltado ahora mismo es capaz que ella y yo estuviéramos muertas.
Secándome las lagrimas me aleje del cuerpo y le di la espalda,  levante la vista a la distancia.
Allí estaba la torre con un cielo semi-estrellado de fondo.

-          Cuando este allá no cometeré ningún error y salvare a Elissa sin importar que.

Una bandada de pájaros se elevaron en el horizonte justo en ese momento y una brisa cálida movió la copa de los arboles.
El crujir de las hojas a mi espalda me estremeció y permanecí de espalda, muy tensa viendo la torre…



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