CAPITULO XIX

YUMY

 El sol terminaba su ciclo tiñendo el cielo de un rojo ardiente y bañando el bosque de un suave anaranjado mientras yo avanzaba bajo las ordenes del ser que ahora habita en mi interior.
Al internarme cada vez más, el ambiente se tornaba tenebroso comenzando por las corrientes de aire frio mientras aun se mantenía el calor de los alrededores, las numerosas hojas muertas que caían de arboles verdes y para completar, el sonido de pasos cada vez más cercanos.
Todo daba miedo, las ramas de los arboles tomaban formas siniestras como los juguetes del cuarto de un primo en la noche de la primera visita cuando eres pequeño, así realmente me sentía como un chiquillo de cinco años, en medio de un bosque con el atardecer más hermoso y siniestro que pudiera haber observado en su corta vida.
A pesar de las múltiples sensaciones que daba aquella escena, con una mente racional que no es propia del niño de cinco años que me sentía, fui descartando temores como un padre le mostraría a su hijo el origen de las siniestras sombras de su cuarto para lograr que duerma tranquilo, pero cuando estaba por acabar de explicar a mi niño interior que no había de que temer, el sonido de los pasos tomo consistencia y fueron indudablemente pasos de algo que se acercaba.
Sin esperar siquiera a confirmar que era acelere el paso casi a punto de correr, quería hacerlo pero temía que pudiera escucharme si lo hacía, emprendí la huida de forma silenciosa “¿Qué haces? Detente”; no me detendría ni siquiera él me convencerá, no esperare una muerte segura en garras de algún animal salvaje con exceso de hambre.
“Que te detengas”, no lo hare, “Tu lo buscaste”.
Me sentí ligero como el viento, vi unos cuantos arboles pasar pero mis pasos no escuche mas, sentí que había dejado algo atrás, algo importante y por instinto volteé, no solo era algo importante lo que había dejado; me había quedado parado en medio del camino sin importar el peligro que se acercaba, volví corriendo, sin mover las hojas del suelo al pisarlas, sin sentir el viento chocar contra mi cara, llegue a mi cuerpo inerte, intente moverlo pero mis manos lo traspasaron sin ofrecer ningún tipo de resistencia.
Él parecía ver al infinito por un instante hasta que centro la mirada en mí, comprendí que pasaba, era realmente simple, él manejaba mi cuerpo, sin preguntas ni avisos fui expulsado.
Los pasos nos alcanzaron en pocos segundos y él se volteo, cuando pude ver que era, no fue un animal el que apareció, sino el encargado que al verme se sorprendió tanto como yo al verlo a él.

-          ¿Viajero, qué haces aquí?
-          Armero…

Mi voz sonó neutra y vacía, como si desde un principio supiera quién era, además ¿Cómo lo llamo?
-          ¿Viajero?
-          ¡Armero!

Ahora demandaba atención, aunque el encargado lo escuchaba atentamente.

-          ¡Oh, My Lord!

Exclamo el encargado repentinamente haciendo una reverencia como si hubiera pasado por alto un detalle muy importante, ahora se veía exaltado como sirviente temiendo un severo castigo.

-          ¿Dónde está la dama de plata?
-          La llevo siempre conmigo a todas partes My Lord.
-          ¿Qué esperas para hacerme entrega?
-          Disculpe mi insolencia por favor.

Rápidamente bajo el bolso al suelo y de él extrajo un paquete y estando aun de rodillas se lo ofreció, él lo recibió con mis manos cerrando el puño y mostrando un rostro de plena satisfacción.

-          Muy bien armero, ahora ¿Qué haces por aquí?
-          My Lord, estoy en una misión de rescate.
-          ¿A quién buscas?
-          Mi ama, My Lord.
-          ¿Qué paso y donde esta?

Su voz era fría y ajena a lo que pasaba, era completamente indiferente aunque él fuera quien preguntara.

-          La señorita fue capturada por los cazadores y presumo que está en el castillo.
-          Eso fue lo que paso, armero si descubren tu presencia muere.
-          Disculpe mi atrevimiento, pero ¿podría pedirle un favor My Lord?
-          Habla armero.
-          Si llego a ser descubierto y debo morir siguiendo sus órdenes, ¿podría liberar a mi señora?

El encargado que desde un principio se mostro sumiso, ahora aun estando de rodillas su voz se torno suplicante.

-          ¿Por qué debería yo conceder tal favor, que harás si me reusó, acaso iras contra mi palabra y me desobedecerás?

La voz me resulto monstruosa y cruel, desafiando al encargado el cual tenía la cabeza baja, y de pronto la levanto de golpe y sus ojos llenos de pasión brillaron con un color caramelo y con el tono neutro que yo conocía respondió sin que le temblara la voz.

-          My Lord, moriría por usted si así lo desea, pero sin una garantía de la libertad de mi señora, lamento tener que desobedecer porque no parare ante nada.
-          ¿Entonces irías hasta en mi contra?
-          Sí, My Lord
-          Que insolencia, debería castigarte en este mismo instante pero dejare para luego tu tortura, has servido bien como mayordomo a tu ama, ahora ve y muere siguiendo mis órdenes perro faldero, que yo concedo tu petición.
-          Gracias My Lord

Desapareció entre los arboles rápidamente sin dejar rastros, mientras él se ponía en camino a los aullidos que cada vez sonaban peor.
Fue como si estuvieran montando en una plataforma o estuviera en una cámara de simulación, todo a mi alrededor se volvió borroso, sentí el viento golpear mi cara y los arboles pasar por un lado, en un instante todo acabó, podía ver las hojas caer nuevamente al suelo, como en el último sueño de un moribundo en medio de su letargo.
Incluso antes de que terminara de caer la primera hoja al suelo, un treno resonó en el aire y volteando rápidamente observé que lo produjo.
Mi respiración se aceleró al ritmo de mi corazón que ya estaba a punto de reventar, sentí como el rubor se apoderaba de mi cara y como poco a poco la presión me subida causando me un fuerte dolor de cabeza que me haría salir los ojos de órbita, los cerré por seguridad mientras caía abatido de rodillas sin saber qué hacer.
El acto más despreciable de todos lo llevó a cabo sin titubear, yo sabía que era capaz de hacerlo, mi corazón me lo dijo desde un principio mi piel se erizaba bajo cada amenaza suya, pero mi razón no se dejaba convencer por la pura intuición dejando lugar a la duda, sin embargo ahora lograba estar convencido del todo.
Sin la mínima muestra dolor jaló el gatillo de una “Desert Eagle” completamente plateada, descargando el cartucho sobre la cabeza de una mujer, y en el suelo se hallaba de rodillas la chica.

“Teme al fuego del juicio si ya eres culpable.
Sin sacrificio no existe el perdón sólo el olvido.
¿Espera que alguien te ayude a salir de este infierno?
Yo no te juzgare, pero te acompañaré hasta el día final.
Yo no te perdonaré, pero te ayudaré a sacrificarte.
Yo no te sacaré de este infierno, pero te daré poder para sobrevivir.
Ahora ten voluntad y usa este poder para buscar tu perdón, para espiar tus pecados, para escapar de aquí pues no me importa que hagas, sólo entretenme”

-          ¿Pero cómo lo hago?
-          Primero consigue su nombre, así tendrás mi poder, tu y mi servidora, la servidora de Hotby.

Lo escuché por última vez en mi cabeza, mientras sentía el temblor de mi mano, la fría arma de fuego pesaba más de lo que aparentaba, lentamente levante la cabeza para ver una realidad que no quería aceptar, mi mano jalo ese gatillo así que soy culpable de la muerte de un inocente, maté a una dama sin motivos ni razones, yo era definitivamente peligroso.
Un cuerpo mutilado en el suelo inundado de sangre y a su lado la chica viéndome con cara de pánico por tener tan cerca a un asesino despiadado, eso era lo que esperaba ver, pero es su lugar había un cuerpo aún de pie consumiéndose en las llamas que fueron extintas por el viento dejando una escultura de cenizas que se fue volando, la chica giro la vista en su dirección siguiendo la trayectoria de los resto, el silencio dominaba la situación.

“Si no consigue su nombre ahora, me serás inútil y te  mataré”

Rápidamente recobre la compostura y  me acerqué a ella pensando con la cabeza centrada en sobrevivir a algo peor que un lobo en las cercanías, a aun dragón en mi interior.
La chica hace el intento de levantarse y noto el temblor de su cuerpo.

-          Siéntate descansa momento, luego seguimos.

Le ofrecí tratando de ganar tiempo y pensar en algo.

-          ¿Qué quieres?

No funciono, estaba alterada y debía pesar algo rápido, muy rápido.

-          Siento lo de antes… Estoy aquí por ustedes…

No parece que me crea, debo seguir o fallaré y no confiara en mí nunca, entonces moriré.

-          Por Elissa y por ti…
-          ¿por qué estarías aquí por mí?

Sonó realmente mal, ya está todo perdido, no pasa de de ésta, todo por tener que estar con ella, por no saber su nombre.

-          Porque estamos obligados a estar juntos, ¿no es así?
-          No lo creo.

Ella lo sabe, pude notarlo en su voz, me arriesgaré y la apostaré todo a esta corazonada.

-          No hace falta que lo ocultes mas, ya lo sé, me necesitas, te necesito… Para rescatar a Elissa.
-          No te necesito.

Ya no está segura, su voz la delata, debo seguir hasta conseguirlo.

-          Juntos tenemos más poder.

Ya no sé qué decir… No se me ocurre nada, apreté mis puños resignado a mi fallo y no te nuevamente el objeto de mi mano y una idea fluyó en mi mente.

-          En el castillo hay enemigos que no podemos vencer solos.
-          ¿Qué sabes tú del castillo?

                Ahora sí que estoy muerto, no sé nada del castillo pero gracias a Dios ella continuó la conversación con eso ganaré algo de tiempo para pensar.

-          Ahora sí te da por saber qué pasa, Llegas y sabes todo, me vienes con que debemos estar juntos pero antes me has ignorado y hasta fingido no saber quién soy, y aun así… ¿¡Quieres que confíen ti!?

Ya no me queda nada que decir ¿cómo explicarle que si no consigo que lo haga moriré, contarle que un ser se apoderó de mi cuerpo y es tan cruel y malvado que no duda en jalar del gatillo contra una mujer sin mediar palabra? ¿Cómo sacar todo eso de mi pecho y decírselo?
No creo que encuentre la forma, mi vida está en sus manos, me toca confiar en ella como quiero que ella confía en mí, aún así lo único que se me ocurre decir que la sincera respuesta que di.

-          Sí…
-          ¡Ja! ¡eres de lo peor!

Ya no importaba que dijera, así que en las palabras comenzaron a fluir si pensara en lo que decía.

-          No estaba fingiendo antes, y no es que sepa todo lo que pasa, decidí creer en la voz de mi interior, que me ha guiado hasta aquí… Y además me ha dicho que juntos podemos tener un poder incomparable al que tienes ahora.
-          ¡Pues no te creo ni una sola palabra!

Pero era la verdad.

-          ¡Por favor, créeme! debo convencerte de trabajar, conocerte, eres la servidora de Hotby, pero si no se tu nombre no podrás usar ese poder… No podre ayudarte…
-          ¡Ya te he dicho mi nombre antes!
-          ¡No logro recordar nada! ¡por favor créeme!

Es mi última esperanza, estoy seguro que él no dudará al momento de deshacerse de mí, toda mi fe la exprese en aquella frase más ella no parecía cambiar de opinión, su expresión reflejaba todo el desprecio que podría imaginar y aun así sentía que eso era poco para lo que ella llevaba por dentro, sus labios se juntaron y se preparaban para dar la respuesta que podría marcar mi fin.

-          Me llamo Menrid, la servidora de Hotby.

En ese momento lo di todo por perdido, ya no sabía qué hacer para lograr que me lo dijera, sólo esperarían la muer…

-          ¿Tú eres Menrid?
-          Sí.
-          ¿De verdad, es tu nombre?
-          ¿Tiene algún problema con él?
-          No, ningún problema me alegra escucharlo.

Sus ojos me dedicaron una última mirada de furia para luego perderme en mis pensamientos.
Ya tenía su nombre ¿y ahora qué?
La respuesta no tuvo chance surgir.
La sombra se levantaron del suelo trepando por los arboles lentamente, de ella salieron criaturas espantosas y nos vimos rodeados en cuestión de segundos, producían gruñidos grabes que resonaban en el bosque causando un escalofrío en mi piel, Menrid a mi lado ya se encontraba de pie y preparada para hacerle frente, no entendía de dónde sacó energía, su cara que unos instantes atrás mostraba cansancio extremo ahora incluso reflejaba una gran sonrisa como si la situación le condujera al éxtasis.
Los gruñidos crecieron en número y con un chequeo rápido vi cerca de ocho criaturas formando un círculo alrededor nuestro.
Bestias de dos metros de alto, paradas sobre cuatro patas, con el pelo erizado mecido por el viento de un negro azabache que cubría todo su cuerpo, su hocico abierto mostraba los sobresalientes dientes despidiendo un brillo amarillento, sus ojos estaban ausentes, y la baba brotaba de su boca como animal con rabia.
La respiración de Menrid se acelero a tal punto que yo pude escucharla, ella transmitía una leve emoción invitando a una batalla libre de miedo, inspiraba confianza en la victoria, viéndola unos segundos pude calmar un poco el terror que sentía e incluso llegue a pensar que estaríamos bien, saldríamos de esta y seguiríamos tranquilamente nuestro camino y volveríamos a ver brillar el sol.
Ella junto las manos frente a su pecho como si rezara y comenzó a brillar, separo sus manos y su cuerpo fue cubierto por escamas verdes, en lo que me llevo apretar el puño ella tenía una armadura completamente verde, parecía una guerrera de película con cadena y todo, como una gladiadora de la antigua Roma y esa extraña armadura que parecía hecha con piel de una serpiente gigante, incluso podría estar hecha con piel de… dragón.
Las criaturas se abalanzaron todas de golpe sobre nosotros, yo me agache para evitarlas pero Menrid en cambio les hizo frente y les ganaba con una aparente facilidad tomándolos con la cadena y aventándolos contra los arboles que crujían al recibir los pesados cuerpos.
Como podía tener una mujer con ese cuerpo la fuerza suficiente para lanzar una criatura tan lejos, ellos nos doblaban en tamaño y nos triplicaban en velocidad y aun así ella podía hacerles frente con una emoción contagiosa.
Una de las bestias se acerco a mí en un descuido y antes de que pudiera siquiera levantar mis manos para protegerme ya Menrid lo había lanzado metros atrás.

-          Si vas a estorbar apártate.

Fue lo que pude escuchar mientras rodeaba el cuello de otra criatura, pasaba sobre ella y hacia palanca con su cuerpo para elevarlo en el aire y lanzarlo contra un árbol haciéndolo crujir.
No quería ser un estorbo, pero ¿Qué podía hacer yo ante semejantes criaturas?
Mi puño apretó inconscientemente el objeto en mi mano, la detalle un instante y pase los dedos sobre el cañón, no me gustaba, me atrapaba en una especie de embrujo que no me dejaba ver más nada, solo a ella, me olvidaba del mundo solo para perderme en las letras talladas que decían “Yumy – La dama de Plata” adornando el cañón y un extraño detalle también llamo mi atención, era un arma de calibre 44.
“Que débil eres escoria, me estoy durmiendo, mas te vale hacer algo junto con Menrid o tendré que hacerlo yo”.
No sé qué podría hacer pero más vale que sea rápido porque no quiero que haga más cosas horribles con mi persona, verme así es horrible.
“Ya calla y mueve la mano, se que la sabes usar, por eso la elegí para ti, trátala bien”.
Es verdad que la he usado antes pero eso fue hace mucho tiempo atrás.
El crujir de un árbol cercano me hizo ver nuevamente la realidad, Menrid ya estaba sudando, luchaba con las mismas energías pero su cara había perdido ese brillo de emoción, ahora era realmente seria, además podría decir que sus movimientos eran más bruscos, usaba la punta de lanza en su cadena y cortaba las bestias en dos pero de nada valía, se levantaban y se unían o se formaban dos criaturas nuevas.
Menrid se estaba cansando, cada vez era más lenta, dejo un punto abierto y las criaturas no lo dejarían pasar por alto, si la alcanzaban le arrancarían la cabeza de un solo golpe, una de las bestias salto en el aire por encima de las otras convirtiéndose en un blanco fácil para mí.
Nadie me sacara de aquí porque ya soy culpable, pero mi culpa no será en vano, ayudare a mis cercanos y evitare que ellos caigan en este lugar, seré un guía que les mostrara el camino que no deben tomar.
Respire hondo y mantuve el aire, vi como la criatura oscura se detenía en pleno salto junto con todo lo demás, cerré mis ojos desechando cualquier pensamiento y dejando solo uno… “las bestias son el blanco”.
Con mi mente centrada volví a abrir los ojos mientras expulsaba el aire en mis pulmones, todo recobro la velocidad normal.
Las garras de la bestia se mostraron confirmando su objetivo y con mi pensamiento en la cabeza nació una frase mientras levantaba el brazo “Dale dulces sueños Yumy” y el trueno nació en medio de la noche perforando el pecho de la criatura, partiéndola en la mitad y convirtiéndola en cenizas.
Menrid abalanzo otro más contra un árbol pero estuvo en mi rango así que jale el gatillo y el cuerpo se deshizo en el aire antes de terminar de caer, ella me vio y no devolví palabra alguna, no tenía nada que decirle, solo no seré un estorbo y mucho menos dejare que muera por mí.
Me dio la espalda al no recibir ninguna respuesta de mi parte y no me importaba, no hacia esto para cambiar alguna opinión que ella se haya creado acerca de mi o convencerla de algo.
En ese momento teníamos cerca de quince bestias cerca, Menrid envistió contra la que tenía más cerca, hizo un amarre en el cuello y la elevo en el aire, al tenerlo centrado en la mira dispare, para ese instante ya había otro y volví a descargar el arma.
Al cuarto objetivo alcanzando vi como poco a poco me era más fácil ajustar la mira, la explicación a esto era sencilla, Menrid estaba cada vez centrando mas las criaturas en mi rango, con tan solo unos cuantos intentos ella había calculado todo y ahora yo solo tenía que disparar.
Llevaba seis tiros perfectos, seis monstruos menos, siete, ocho, y de pronto las venas de mis brazos ardieron, sentí como el arma dreno mi sangre y vida para dar el noveno disparo, el brazo me hervía por dentro, el decimo objetivo ya estaba en mi rango y dispare.
El dolor era inmenso pero solo en la mano que empuñaba el arma, otra criatura estaba en el aire y jale el gatillo, sentí como millones de agujas me traspasaban el antebrazo y afloje la mano un instante mientras el objetivo número doce caía al suelo integro a menos de un metro de distancia y el decimotercero ya estaba en el aire, apreté la boca y dispare al aire convirtiendo una bestia en polvo de cenizas , luego caí al suelo esquivando una garra que buscaba mi cabeza, en ese pecho oscuro descargue otro cartucho y con una rodilla en el suelo di al nuevo objetivo que ya estaba en el aire.
El ultimo se elevo y en cuestión de segundos ya era cenizas también, el arma cayó al suelo con un pesado sonido contra las hojas secas y yo caí de rodillas con la mano sosteniendo el brazo que me parecía piedra y me dolía hasta el hombro, me atacaban punzadas que me hacían pensar que explotaría en cualquier momento, también sentía como se contraían los músculos y me trituraban los huesos hasta volverlos polvo, todo al mismo tiempo.
Menrid se dio cuenta y corrió a mi lado, no entiendo muy bien lo que hizo, saco un frasco de sabrá dios que y movía los labios, el problema es que no podía verla bien, mis ojos estaban pesados y el dolor ya estaba llegando al pecho, no entendía porque decía “otra vez”.
Cerrare los ojos un momento para descansar, ya no aguanto mi corazón me va a reventar.


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